9 de noviembre de 2011

El lado oscuro del no amor en una noche estrellada.

La luna se ha posado en mi tejado, burbuja de plata. Me pregunta si no estaré equivocada, si no seremos en realidad calcetines sin pareja que se encontraron perdidos en alguna lavadora. Me pregunta si no estaré hecha para entenderme con el viento, que gira y cambia y canta y llora.  Me pregunta qué me mantiene con la vista fija en ti cuando nada queda en tu mirada. Y no tengo respuesta porque de tanto empeñarme en mentir he olvidado algunas verdades.
Olvidé tu risa, aunque sé que a veces reías. Olvidé tu olor, ahora lo busco en otras bufandas. Olvidé el color de tus ojos, pero sé que tus ojos me gustaban.
No siento lo que pienso y no pienso lo que siento.
Porque sólo soy un calcetín desparejado.


La luna se ha posado en mi tejado, burbuja de plata.


7 de noviembre de 2011

Ave Fénix.

El ave fénix renace de sus cenizas.
Somos ave fénix. Ardemos en las cenizas.
Y si volviéramos a nacer...

Haría de nuestra risa un lugar para vivir.
Para tus desayunos te haría mil bizcochos.
Haría, sobre todas las cosas, de tu felicidad,
la mía.

Si volviera a nacer.
Me quemo.


22 de octubre de 2011

Viernes y octubre.

I
Temía que llegara el momento; los pájaros bailaban en tu ventana, tan bonitos bailaban en el cielo rosa, pálido, que se apagaba. Y se ha apagado. Tu ventana ha traído la noche, y los pájaros se han ido. Han desaparecido y no me han ofrecido ni una estrella que me velara. No he tenido más remedio que volver a nuestro mundo, ese del que trato de huir siempre que te tengo cerca. Temía que llegara el momento.

II
Y ahí estábamos, la noche otoñal, fría, seca, nosotros y nuestro mundo, o lo que queda de él. Me ha dado náuseas mirar ahí, cuando me has abierto los ojos, zarandeándome con violencia me has obligado a MIRAR. Y he mirado. Nuestro mundo está sucio, tan aprisa nos marchamos que no recogiste tu basura, y yo me olvidé de la mía. Está sembrado de plantas venenosas, que intentan comernos los pies cuando uno de los dos se acerca, y las tres flores que quedan ya mueren con el frío otoñal. Nuestro mundo, otrora bello, cuidado y tan fuerte, se rompe y chirría débil, enfermo, quejumbroso. Tengo los dedos azules de haber palpado su tierra helada, sus rocas quebradas cortan el alma y está lleno de cuevas que acogen dudas y mentiras. Los ríos contaminados de fracasos lamen el orgullo y nos empapan de palabras huecas.

III
Y yo, que hice mi maleta sin pensar, creí que te harías cargo de él hasta mi vuelta, como quien se va felizmente de vacaciones. Que regarías las macetas y arrancarías las malas hierbas. Que llorarías de vez en cuando en el río lágrimas de paz, y que te tumbarías a mirar la luna por las noches sobre la manta de lana que dejé y que todavía debe de oler a mi. Fui tan ignorante que no supe darme cuenta de que al irme me llevaba medio mundo; me llevé los colores, un trozo de luna y otro de sol, me llevé también la mitad de todas las conversaciones que teníamos, y la mitad exacta de la risa que compartíamos. Qué estúpida. Tampoco pensé que no era nada dejarte una manta y un abrazo de despedida cuando me llevaba conmigo todo el calor de nuestro mundo. ¿Y qué sentido tenía para ti quedarte en nuestro mundo a esperarme, cuando "nuestro" pasó a significar "tuyo" y "mío"?

IV
Tal vez fue el puro egoísmo lo que me hizo pensar que ibas a quedarte, no lo sé. Es tarde para plantearme nada. Es tarde para analizar quién pisó la primera flor o quién empujó a quién. En realidad empieza a no importarme lo más mínimo. Perdí el equilibrio. Yo, culpable: Palabras, palabras, palabras.
Asombrosamente, sigue habiendo caminos más o menos transitables, que van de tu alma a la mía. Anudan nuestros cerebros y nos encogen los vientres, distraen a nuestros pies y nos rozan las manos. Están ahí. Llenos de zarzas, cadáveres y frustraciones. Pero están, milagrosamente.
He vuelto con mi maleta, o lo que queda de ella. Tengo los pies en uno de esos caminos, tengo los pies dispuestos, pero cansados. Vuelvo con las lágrimas contadas en una cajita de mármol. Vuelvo, pero no sé bien a qué, ni por qué, ni qué camino tomaré.

V
Por tu parte, has regresado al frío polar, y has hecho de tu mundo un montón de muros, dudas, ladridos y ladrillos. No soy bienvenida en la comodidad de tu plástica indiferencia. Sería más fácil para ambos obligarme a salir de este camino que me aterra y que me altera, que me arrastra a tu cerebro de nudos. Te queda muy poco para sacarme del camino, pues no te conté un secreto: no sabes que en la maleta que sujeto con mis torpes manos no tengo más que unas gafas sin cristales, una promesa que se rompió cien veces, y un vestido viejo que jamás podría enamorarte.
Debería salir corriendo.
Tal vez, debería.
Pero no será hoy.

VI
¿Mañana?

 


12 de octubre de 2011

Temo

Hoy he leído algo que me ha hecho sentir, llorar y sonreírme:


El ser más profundo
consiste precisamente
en la inconsciencia sentida por amor.
Me bastaba sentir que te necesitaba
para que me envolvieras,
irradiaras todo aquello
que no puedo llegar a conocer
acerca de mí mismo.


Vladimír Holan

Luego, derrumbada sobre mi nube de sándalo, recordé que nunca acaba nada de lo que empieza. Los libros, una sonrisa, el chocolate que esconde en el armario de su cocina. Promesas. Todos sin acabar. No termina las frases, y nunca viene a tomar café. Se me enfría la taza de contemplar su sombra. No quiso, tampoco, acabar conmigo.

Hoy evité su mirada porque temo no reconocerme en ella. Hoy, lloré.

4 de octubre de 2011

Almas desnudas.

Te diría tantas cosas acariciándote el pelo que ya no sé cómo agarrar este silencio. Silencio que escapa de mis dedos y teje besos en tu mirada, una risa en las pestañas para no verte llorar más.
Ayer vi tu alma desnuda frente a mi.  Sensible, tan brillante y hermosa. Y me enamoré por vez infinita. De ti, de tu olor y de tu luz. Del dulce calor quedaba entre las sábanas cuando enredaba mi alma a la tuya.


8 de septiembre de 2011

Mujer de agua

Eres mentira, fuiste espejismo de mis anhelos. Te convertí en algo real con un encantamiento y la flor de azahar que guardaba en la mano, que esperaba serte entregada.
Pero ya no se dibuja la intensidad palpable del oasis de mi vida, me voy perdiendo en ese mar de donde vine. Oigo a las mujeres de agua, me llaman y me convierto en una de ellas. Me fundo con el mar, que baña otras tierras, que nunca queda quieto. Que va, y que vuelve.
Me alejo y me fundo con un horizonte incierto, y ni siquiera eres capaz de llorarme. Me volví fría de quedarme a tu lado quieta y de no abrazar una luna caliente. Tus palabras de plástico duro se han congelado y se adhieren a mi espalda, cuando trato de olvidarlas me arrancan la piel, me dejan desnuda. Tus palabras frías. Tú, frío. Tus promesas. Mientes.
Cansada de ofrecerte mi mano, de recibir tu respuesta vacía, me voy maldiciendo tu rostro. Y que la espuma del mar me vista de nuevo.

"Y un día preguntarás por mí y no me volverás a ver..."


5 de septiembre de 2011

Me llevaría al gato entre mis brazos a nuestra Luna de Nácar.


Hoy, más que nunca te llamaría. En casa nada va bien. Pegaría un portazo y sin soltar la mano del pomo arrancaría a correr, lanzando lejos la puerta, las llaves, el todo. Iría lejos, puede que contigo y con el gato recogido en mis brazos. Entonces te explicaría qué ha pasado, no me darías tu opinión, nunca dabas tu opinión, pero me harías reír, siempre me hacías reír. Me hablarías de otra cosa, de algo aburrido y cotidiano, y perdidos en el diálogo color tierra rutina, se me pasaría el enfado.
Pero no voy a llamarte, no debo hacerlo. Me vas dejando sin hierbas el camino, sin dejar espacio a la duda, sin albergar esperanza. No sabes que sé qué piensas, lo leo en tus ojos, las pocas veces que nos leemos las miradas. Y por eso no te llamo, ni te llamaré. Al final tendrás razón, no es necesario hablar o decirnos, mi imaginación llega más lejos de lo que tú jamás llegarás a explicar. La verdad danza conmigo cuando cada noche cuelgo del techo una luna de nácar.
¿Es esto ser fuerte? Quería estar sola, ahora estoy sola, soledad de kleenex húmedos y almohada.

Quería volar, abriste nuestra jaula, y ahora tengo pánico a abrasarme con la luz del sol.

4 de septiembre de 2011

Demencia feliz

Era alguien que sacaba lo peor y lo mejor de mí. Me retorcía -demencia feliz- en curvas sinuosas. Subíamos y bajábamos las montañas del alma. Hoy soy corriente. Línea contínua, camino asfaltado. Mis palabras ya no son besos, ni tampoco insultos. Tengo la gama de grises en la cara.



Y un arnés de seguridad por si salgo a volar.

Fuego

Quemas.
Qué más da.
Escribo para que un día veas que no olvidé tu olor.
Quemas.
Qué más da.
Escribo para alejarme de ti, te dibujo en papel cebolla.
Quemas.
Qué más da.
Escribo hace tiempo lunas en tu ventana y no lo sabes.
Quemas.
Qué más da.
Escribo para olvidar que un día mirarás, y me odiarás.
Quemas.
Qué más da.
Escribo un cuento en tus pies, para que caminen libres.

Ardes.

1 de septiembre de 2011

Septiembre

Huele a chimenea. Mi memoria camina hacia los otoños en la montaña, cuando mi padre me alzaba sobre sus hombros, cerca de la zarzamora. Con cuidado de no pincharme recogía las moras más bonitas que veía, tan negras y brillantes. Orgullosa, depositaba después mi trofeo en la cesta e impaciente, casi emocionada con la tarea, continuaba buscando frutos, comiendo tres, soltando uno.

Septiembre me trae también el tacto suave de la uva, las uvas del huerto que comía con mi abuelo, que entre risas regalábamos al perro. La gata, siempre subida al tejadillo de la parra, observando nuestros juegos. Y veo también a mi abuela, saludando desde el balcón, los brazos en jarra y aquel movimiento de cabeza, tan suyo y mío cuando me decía "ah, pues, rematada...".

Siempre me he sentido dueña de septiembre. Nací en el noveno mes. Es el remanso de paz que deja el verano, es la nostalgia que araña y mueve los árboles. Es el cariño que despierta en mí encontrar un robellón, recordando cómo Andrés y yo seguíamos las instrucciones de nuestro padre, cómo cortar un hongo, qué cesta llevar, qué seta evitar. Mira, allá, una huella de jabalí. Nos creíamos protagonistas de una aventura tan real como nuestra imaginación pintaba.

Y qué sería de septiembre sin la lluvia, cuando encendíamos fuego en el hogar y nos calentábamos. Fuera comenzaban a batirse los primeros fríos con la tierra mojada. El viejo nogal sigue regalándonos sus nueces, y el manzano aún hoy espera que vuelva a encaramarme a él, a saltar entre sus ramas.

A veces pienso que debo a septiembre mi amor por los bosques, mi hábito de recoger piñas y hojas, ser incapaz de dejarlas en el suelo una vez se hallan en mi mano. Las guardo en el bolso, y van conmigo. Es un secreto, entre el otoño, y yo.

Veo mi flequillo, mi pelo negro debajo de la capucha roja. Cómo me gustaba ese jersey. Las botas, el vaquero, y mi jersey rojo, con capucha, siempre la capucha. Mi madre suspiraba, preguntándose por qué no prefería las faldas. Y yo, protagonista de mi cuento, sabía que todo aventurero necesita cubrirse la cabeza, protegerla de la lluvia, esconderse de los enemigos. Montaba en mi caballo y corría entre los árboles. Las faldas eran para otras chicas, esas que odian la lluvia y prefieren besarse con sus enemigos.

Comienza septiembre. El futuro huele a chimenea, es ahora dulce como la uva y la mermelada de mora. Septiembre siempre ha sido el comienzo de mi ciclo interior, las tarjetas de cumpleaños, montaña, pueblo y bosque, un calor familiar y el primer frío.

Comienza septiembre y acuno un nuevo ciclo.

29 de agosto de 2011

El limón de tu boca

Tienes un limón en la boca,
ácido, y de amarga corteza.
Tienes algas en los ojos,
quietas, en lecho de muerte.

Por poco olvido en el portal
el odio que vierten tus pasos
el deseo de paz difunta y mansa
que me empeño en atravesarte.

Que me agarro a tu garganta
y no me suelto hasta quedarme
desnuda frente a tu alma rota
y el sol ardiendo entre mis manos.

Por poco olvido junto al balcón
la lengua mordaz siempre a punto
entre tus dientes y que me muerde
cruel cuando el dolor me pierde

y dejo de ser yo.

Quiero acordarme, ahora, del tú que no supo cuidarme.

y volver a ser yo.

28 de agosto de 2011

Hoy, madrugo.

Llego. Madrugada. Me preguntan por ti en la calle.
Cerveza en las sandalias. Humo en el pelo. Un bar.

Otra vez. No estás.

Leo el periódico, es tan pronto -tan tarde- que ya esperaba en mi buzón.
Tres muertos en la montaña, la pizza en el horno.

Y yo, esperando que me pienses.

Yo, que disparo palabras en tu espalda.
Yo, que silencio besos en tu cama.

 ¿Tú?

27 de agosto de 2011

Ojalá que tengas buenas noches.


Y miro la luna, desde la cama, pensando que hoy no te veré llegar. Tengo ganas de llamarte, de explicarte qué tengo en la cabeza, esta cabeza hecha de espirales y de algún que otro cuento. Pero prometí no hacerlo, y voy a esforzarme. Dejaré aquí atrapadas las palabras que no volverán a enredarte el pensamiento. Las pintaré a la luz de una vela, buscándote en cada sombra alargada que danza en la pared. Te encontraré en la muda libertad de una distancia tan real que no es posible contarla en pasos ni países. Una distancia afilada, tan fría como el hielo que me separó de ti, que me impide ahora posar mis ojos en tu mirada, y envolver el verde... Verde tu ausencia.
Pasa la medianoche. Es la hora de anudar el llanto a mi garganta. Aprieta tanto que me duele el vientre. Es la hora del aullido. Aullaré en voz baja, para no despertarte. Despertarte y decirte...
Que quisiera seguir tejiendo historias y lanas de colores a tu vida. Que quisiera saltar contigo las rocas que cerraron el camino. Que quisiera borrar tu rostro y tachar tu nombre en nuestra caída. Que quisiera no tocar jamás el suelo, volar, mientras caemos. Volar.
Ojalá que tengas buenas noches. Y una feliz luna, en tu ventana.

26 de agosto de 2011

Enamorfina

Ven, ven, ven ya.

No te vayas, por favor.

Que vuelva a sonar ese timbre.

El amor me envenena, el dolor me mata, y tu presencia, mi morfina.

25 de agosto de 2011


Y vigilo
de reojo,
pero no puedo,
ahora,
desnudar
tu mirada.



.
.
.
Miedo
a darme cuenta,
de repente,
que pudo haber sido mejor.
Escoger
como opción
un vómito de adversidades.

Y, sin embargo,
en mi error
me crezco.
Y, sin embargo,
soy feliz
equivocada.



"Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver."


Escrito en abril de 2008.

15 de agosto de 2011

Desde donde no me lees, te cuento la historia de cómo me rompí.

"... Y tú irás, poquito a poco, recogiendo todo lo que colocaste en las estanterías de la habitación que nunca tuvisteis, desapareciendo de sus sueños en una huída silenciosa. Escapando convertida ya en sombra.
Como un vaso roto metido en una bolsa de plástico. Así suenan las promesas que nunca serán cumplidas".

Te cuento las palabras. Como una medicina que cae gota a gota, serenando el sentimiento y ayudándome a respirar. Te cuento los silencios y las dudas que me empujan a matar, y a morir. Te cuento las miradas, que se perdieron entre la gente de la plaza.
Pero ya no te encuentro, perdimos el imán que tan dulcemente nos acercaba. Somos polos negativos. Rechazo. Y óxido. Te cuento, te pienso y te siento como siempre y quisiera tenerte cerca. Te tuve cerca cuando estaba lejos y ahora estoy cerca y no te tengo. Nunca, nunca, nunca fue fácil, y supimos luchar apasionados, como amantes locos que enredan sábanas. Pero en esta hora me rindo a ti. Me quedé sin fuerzas y tú no supiste sujetarme en la caída. Si tan sólo me hubieses lanzado un brazo, el brazo que te arranqué de pura rabia. Ahora ese brazo es mío. A cambio, quédate con este trozo de mi; el que no sabes ver. Veo fotos, fotos por todas partes. Fragmentos de tiempo cazados, recuerdos reducidos en imagen. Instantes de felicidad que demuestran que todo esto valió la pena. Te cuento que en ese minuto no supe lo que hacía. Que algo se rompió en mi. Te cuento que no he dejado de sangrar desde entonces. Minuto maldito que se clava y me desgarra. Estas lágrimas queman. Queman porque no supe querer a la única persona que he amado, porque la única persona que me amó no supo quererme. Desde donde no me lees, te cuento el secreto que grito a cada ausencia tuya: Es tu nombre.

Escribo, escribo y te cuento en lenguaje mudo. Por no salir, y besarte. Eres mi contradicción, lo fuiste desde que te miré a los ojos cuando me lo pediste. Sigamos andando sin buscarnos, para encontrarnos. Resolver lo que quedó pendiente. Me convierto en tu fantasma, dejé cosas por hacer. Te cuento a ti, manco, y ciego.


"Un amor tan perfecto, si no lo hubiera pensado tanto", decía una canción... ¿te acuerdas?


Hoy es 15 de agosto, chilla mi calendario mientras me sangran las ideas.

Hoy.

Y para siempre.

23 de julio de 2011

Equilibrio (ir)racional

Funámbulo sobre el acero
que une nuestras bocas,
Mi estómago teme el suicidio
rojo de las mariposas.
Eres esquivo a respuestas
sordas de silencios necios
De alambres oxidados que
anudaban un sexo a otro.

Y en esta hora te atreves
a gritar sobre lo que siento
Ignorando que el tiempo
escapa de nuestras almas
Huye de nosotros tras habernos
visto romper el nácar
que teñía de paz mi cuerpo
entre sábanas desnudas.

Es la última vez que pinto
una luna que me una a ti
Porque eres la primera ausencia
que llena mis zapatos
Ausencia premeditada que
busca el equilibrio racional
De quien nunca supo pasear
sobre voces transparentes.

19 de julio de 2011

Yo soy nadie

Pájaros de cartón.
Te envío pájaros de cartón.
Que vuelen tu tristeza,
Que canten tres sonrisas.

Mi maleta rota.
Te doy mi maleta rota.
Que guarde tu puerta,
Que espere mi llegada.

Vacíos de silencio
Todos los vacíos de silencio
Que llenan palabras,
Que hilan ausencias.

Yo soy tuya;
Pero de nadie.

25 de junio de 2011

Pensamiento al vuelo

Tú y tu mundo

Y yo giro, giro, giro
En nudos de satélite,
En círculo polar
En anillos exteriores

Tú y tu mundo

Y yo río, vuelo, grito
En libertad giratoria
En noria interminable
En absoluto silencio

Frente a ti.

10 de abril de 2011

Eres espuma de mar

Cuanto más te conozco
Menos tengo para darte
Cuanto más quiero verte
Menos nos decimos.

Y te vas.

Como la espuma de mar
Que se enreda en el pie
Y desaparece lenta.
Pero inexorable.

29 de marzo de 2011

El error de un lloro

Miro por una ventana. Ahí fuera el mundo se pinta de belleza y de nácar. Olor de agua transparente que llueve en mi cara, como el error de un lloro. Anhelo un tejado sobre el que caer y busco el consuelo que repose este camino de arena roja. No consigo ver más allá de mis orejas, donde el silencio habita a golpe de palabras huecas.
Y las sonrisas, antes despiertas, se esconden en rincones inalcanzables.
Y el mundo, antes nácar, se tiñe de amarillo doliente.
Y guardo conmigo las ganas de reír.

23 de marzo de 2011

Desconcierto en si menor.

Me empeño en conocerte.
Como si eso sirviera para algo.
Porque agitando mi cariño
No pinto el azul en tu ventana
Ni un sol caliente en tu pelo
Ni un futuro en tu maleta.


Y es que...


Nunca supe bailar acompañada.
Todavía estoy deshaciendo nudos
Que no sé cómo hicimos.
Siempre camino por los trazos
Que dibujo un día después.
Convirtiendo el ya en pasado.
Bailando un futuro que no es.

12 de marzo de 2011

Bailar la tierra.

Hay veces, cuando necesitas contar, cuando te das cuenta de que la burbuja que te encierra gira vertiginosamente en tu pedacito de mundo, hay veces, digo, en que no tienes a nadie contigo para contarle. Y callas. Las estrellas siguen brillando, así que todo va bien. Y miras. Miras tu pedacito de tierra, el mismo que necesitas bailar para sentirte viva.

18 de febrero de 2011

Te invito a un té.


"Y qué quieres que haga, ¿que te espere tomando un té, mientras debatimos un telediario? ¿que arregle el maldito roto de tu chaqueta mientras preparas una cena? ¿que vayamos a ver volar mariposas en el jardín, y escojamos las piedras más bonitas para tirarlas al río? ¿que te empape las sábanas de alcohol hasta que vomites y luego te abandone en el parque más oscuro? ¿que te sonría como antes, con la misma inocencia de hace años? ¿que te diga que nada ha cambiado, que volveré a ser feliz? ¿quieres que te mate?

Y qué quieres que haga. Nada es mentira. Te lo diré: Que me calle.
Quieres que me calle. Y eso, es lo que menos me gusta.

¿Quieres que te mate?
También te puedo invitar a un té, si lo prefieres."


Escrito el 29 de abril de 2009

Cuando se echa de menos...


Así, de repente, has venido a mi pensamiento. Y así, de repente, me he echado a llorar. Mañana harán justos dos meses que te fuiste. Echo tanto de menos abrazarte, lobezno. Echo de menos esa mirada pintada, que siempre entendía, que me decía. De vez en cuando veo una sombra que me hace creer que eres tú, hasta que en menos de un fragmento de segundo me doy cuenta de que no es posible porque ya no estás. Lo mismo me pasa con tus aullidos de alegría que se oían por toda la casa. Me parece oírlos. Pero es sólo mi imaginación, o el viento, o yo qué sé.

Lo peor son las noches. No consigo apartar de mí los últimos momentos a tu lado, y los recuerdos estallan contra las paredes de mi cabeza, como diminutos cristales se quedan ahí clavados. Entonces tengo que encender la luz, para ver algo más que oscuridad.

Ahora me iré a sacar a Roy... sigue siendo extraño ir sólo con una correa, sin tus tirones nerviosos.

Fuiste más de mi familia que mucha familia.

A ver con qué sonrío ahora...


Escrito el 28 de diciembre de 2008

13 de febrero de 2011

Acostada en la hierba


"Porque no quiero querer ni quiero besar ni quiero bailar ni quiero odiar ni quiero morder ni quiero arañar ni quiero jugar ni quiero decir ni quiero pensar porque sólo quiero estar a un ladito en un trozo de hierba mientras seco todas las ganas de llorar que se le quedaron atrapadas en la garganta antes de nacer y no saben cómo hacer para romper un silencio que hace años eriza su sangre para poder después querer querer y querer besar y querer bailar y querer odiar y querer gritar todas las fotografías que hicimos a base de minutos y colores y todas esas cosas sin sentido ni significado que a veces quiero expresar de la forma más estúpida.

Como ésta."



Escrito en mayo de 2009

De baldosas y versos

"Hoy me ha gustado la lluvia, resbalaba por mi frente lenta.
Como la poesía.
Y he dejado las baldosas
encharcadas de versos.

Lástima que mis botas no entiendan de palabras.
Lástima que mis palabras no se fundan con cemento".



Escrito en enero de 2009

5 de febrero de 2011




Hace tiempo que quiero decirte.
Y no sé. Y no puedo. Es difícil tejer momentos contigo.
Se me caen los minutos del bolsillo. Las palabras del reloj.
Recojo hilos de tu imagen. Dibujada en mi cabeza.
Te coso una vez más. Eres el botón que siempre cae de mi vestido.
Al que siempre sonrío cuando vuelvo a encontrar.

3 de febrero de 2011

1 de febrero de 2011

El lamento de la sardina.


No sé en qué mar te perdí de vista.

No recuerdo siquiera si te vi alejándote sentada en mi orilla,
o si me encontraba ya de viaje en algún bote.

Tal vez ya había llegado a otra orilla.
O quizás me convertí en sardina.

Importa que ahora eres un punto borroso de un mar desconocido.
Y el agua se bebe las huellas, y la sal me atraganta la mirada.

¿Me desato las palabras y te busco?
¿Me anudo un silencio y te encuentro?

Lo prudente será huir de esas latas de plata que oxidan lágrimas.
Latas que encierran a sardinas porque un día perdieron la cabeza.

Acabo de verme las espinas.

31 de enero de 2011

Tejados y Lunas (aprendiendo a recordar)

Subo al tejado por las noches y escribo en mi libreta garabatos lunares. Miro de vez en cuando al mundo, tan pequeñito desde aquí, y veo a mis problemas jugar al escondite detrás de las farolas. Cuando les da la luz me río de ellos, de sus feas caras y sus cuerpos achaparrados. Los muy malditos se esconden entonces y tratan de asustarme teñidos de húmeda oscuridad nocturna. Ahora ya sé que son enanos saltarines imitando grotescos unos gestos de gigantes, todo depende de cómo quiera verlos. Me río de mis problemas y salto a otro tejado.

Me gustan los tejados porque la lluvia huele mejor ahí, la Luna se ve más grande y el viento paraliza el tic-tac de los relojes. Estoy posada encima de ti. Me asomo a tu ventana y te siento a través de las cortinas. Tienes llena la maleta de calcetines de colores, hay también un lápiz, una melodía y un gato blanco de ojos azules. Me siento de nuevo en tu tejado y me invento una buhardilla con tres ventanas pintadas de estrellas. Sí, me gusta inventarme sueños hechos a nuestra medida, construir jardines con rosales y fuentes antiguas, sentarme en un banco del parque más viejo y bonito del mundo y leer poemas, cuentos, historias. Darte un papel en mi teatro y besarte entre bambalinas, regalarte un otoño y todas las hojas que trae consigo para que adornen tus calles.

Me dice la Luna que no le bastan los aullidos ni maullidos, quiere que le susurre algún secreto y le preste mi manta de cuadros, tan arriba hace frío. Me acurrucaré esta noche en el alféizar de tu ventana, y dormiré abrazada en la distancia. Sólo quería que supieras que me encanta posarme en tu nariz, escalar por tu buhardilla y maullar en el tejado, aún a riesgo de resbalar en alguna teja helada y caer al vacío tan real de la mañana, cuando el sol sale y me quita las legañas.

De luna a luna

Estoy en la luna. Y en ninguna otra parte.
Pegué un salto y arribita llegué.



Empiezo a necesitar eso que en las películas de amor hidrogenado llaman "tiempo para pensar".



De todos, el sentimiento de culpabilidad es el más feo. Deberían borrarlo del diccionario y echarlo de las calles.

Amor y Psique


Como un vaso roto metido en una bolsa de plástico.

Así suenan las promesas que nunca serán cumplidas. Así van, poquito a poco, rompiendo el material que las contiene. Destruyéndose a sí mismas y a quien, un día, tuvo la esperanza de creer en ellas.

Es humillante que alguien te jure algo, como se le promete a un niño de siete años que todo irá bien, con una suave caricia en la mejilla. Con una sonrisa que dulcifica la bofetada recibida. Que te diga que no volverá a pasar, como si en realidad le importaras un poquito, como si en realidad quisiera que todo volviera a ser perfecto, si es que alguna vez lo fue. Es humillante porque sabes que no tardará en volver a romper vasos que apestan a colillas, a whisky y a cobardía contra tu puerta. A estallarte los cristales en la cara. A sangrarte el sentimiento un poquito más.
Y tú irás, poquito a poco, recogiendo todo lo que colocaste en las estanterías de la habitación que nunca tuvisteis, desapareciendo poco a poco de sus sueños, en una huída silenciosa. Escapando convertida ya en sombra.