4 de septiembre de 2011

Demencia feliz

Era alguien que sacaba lo peor y lo mejor de mí. Me retorcía -demencia feliz- en curvas sinuosas. Subíamos y bajábamos las montañas del alma. Hoy soy corriente. Línea contínua, camino asfaltado. Mis palabras ya no son besos, ni tampoco insultos. Tengo la gama de grises en la cara.



Y un arnés de seguridad por si salgo a volar.