1 de febrero de 2011

El lamento de la sardina.


No sé en qué mar te perdí de vista.

No recuerdo siquiera si te vi alejándote sentada en mi orilla,
o si me encontraba ya de viaje en algún bote.

Tal vez ya había llegado a otra orilla.
O quizás me convertí en sardina.

Importa que ahora eres un punto borroso de un mar desconocido.
Y el agua se bebe las huellas, y la sal me atraganta la mirada.

¿Me desato las palabras y te busco?
¿Me anudo un silencio y te encuentro?

Lo prudente será huir de esas latas de plata que oxidan lágrimas.
Latas que encierran a sardinas porque un día perdieron la cabeza.

Acabo de verme las espinas.

1 comentario:

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