18 de febrero de 2011

Cuando se echa de menos...


Así, de repente, has venido a mi pensamiento. Y así, de repente, me he echado a llorar. Mañana harán justos dos meses que te fuiste. Echo tanto de menos abrazarte, lobezno. Echo de menos esa mirada pintada, que siempre entendía, que me decía. De vez en cuando veo una sombra que me hace creer que eres tú, hasta que en menos de un fragmento de segundo me doy cuenta de que no es posible porque ya no estás. Lo mismo me pasa con tus aullidos de alegría que se oían por toda la casa. Me parece oírlos. Pero es sólo mi imaginación, o el viento, o yo qué sé.

Lo peor son las noches. No consigo apartar de mí los últimos momentos a tu lado, y los recuerdos estallan contra las paredes de mi cabeza, como diminutos cristales se quedan ahí clavados. Entonces tengo que encender la luz, para ver algo más que oscuridad.

Ahora me iré a sacar a Roy... sigue siendo extraño ir sólo con una correa, sin tus tirones nerviosos.

Fuiste más de mi familia que mucha familia.

A ver con qué sonrío ahora...


Escrito el 28 de diciembre de 2008

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