8 de agosto de 2008

Soledad

... Y la soledad rasgó con su puñal a esta noche partiendo el mundo, el tiempo, dos almas. Puerta que separa los caminos, no ceses de susurrar, aúlla ¡más fuerte! ¡Más! Llamas y no responde. La rabia grita. Puñal que rasga la noche. Es la hora del odio; es la hora fría. Tiempo consumido, promesas rotas, un segundo: Sólo un segundo. Puñal que rasga la noche: Soledad.

Doce toques de campana, doce lamentos en las calles húmedas que se dejan envolver por un silencio de niebla. Como espuma de sueño, los tortuosos callejones condenan tu mente. Sollozan las ilusiones que no consiguieron rescatarte de la melancolía que ahora te aprisiona. Mendigas la esperanza ciega: una Luna mágica, una montaña nevada, la transparencia de un lago y un prado muy verde. Fuego en el hogar y tres deseos por cumplir. Tres.

…Quizás mañana. Sentimiento que muere y renace, y en la despedida una sonrisa a traición. Mírate en el espejo, retornas a su silencio, a las verdades ocultas, a las visiones deformes. Retornas a la lisa superficie del reflejo mentiroso. Superficie helada, casa de la soledad.

El amanecer ensangrentado trae la realidad: Cabello enredado, cuerpo desnudo, esencia de sándalo y sueños descalzos. Nada más.

1 comentario:

Óscar Varona dijo...

...Y nada menos. Sigue escribiendo, que por lo leído, vale la pena seguir leyendote