4 de agosto de 2008

La caja de cartón

I

"-¡Niñata, que eres una niñata!- le gritó muy enfadado.
-Y qué más me da, mientras pueda seguir jugando... - triste, pero atrevida, soñaba con dibujar una ventana y sentarse en el alféizar para colgar los pies desnudos y ver, bajo ellos, el mundo.
- ¿No quieres jugar conmigo?- el viento traía consigo las nubes, no había estrellas que contar. Sólo una caja de cartón que invitaba a refugiarse.
- No quiero volver a verte nunca más- le dio la espalda, y se marchó. Tal y como ella lo había imaginado".



II

"Siguió andando, ahora sola, por las calles. Un gato se enredaba en los tejados y la lluvia en su jersey.
-¡Niñata, que eres una niñata!- el eco de las palabras en su mente. De nuevo se vio frente a él. Con un odio irrefrenable sintió más ganas que nunca de abrazarlo. No entendía sus contradicciones. No entendía nada. Tan sólo que el dolor podía paliarse si aprendía a no sentir. Pero no. No quería pasar frío. Pensó en su ventana, allí el sol le secaría las heridas. Deshizo sus pasos. La caja de cartón. Habían vuelto al mismo lugar, para recrear la escena en distinto momento.
-Qué más da que esté lloviendo, ven, juguemos. Es más divertido que estar solo. Me aburre mucho la soledad.

Sí, a ella también le asustaba muchísimo".

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