31 de agosto de 2013

No era nadie

Hoy venía de la estación decidiendo si me iba a echar unas cañas o directamente a casa, cuando una señora me ha pedido si podía ayudarle a llevar un cartón enorme, cargada con bolsas como iba no podía con todo. He cogido el cartón y una bolsa grande. Mientras caminábamos me he dado cuenta de que no estaba llevando un cartón cualquiera: era su cama. Y no llevábamos las cosas a su portal, sino a un cajero. Le he dicho que si necesitaba algo más, y muy agradecida me ha contestado que suficiente favor le había hecho. Si preguntáis, posiblemente os dirán que está loca, y casi con toda seguridad ni siquiera habrán hablado con ella. La naturalidad con la que me hablaba acerca de la elección de un buen cartón, la dignidad y aceptación de su situación me han desbordado. Un poco más rota, he decidido volver a casa, yo que sí la tengo. Hoy he aprendido algo. Por cierto, no está loca. Simplemente sola. Y sin casa.



No hay comentarios: