17 de agosto de 2010

Gatos en el balcón

Los gatos de mi balcón no distinguen de farolas ni cortinas.
Y no existe el amor
ni la medicina

que silencie sentimientos mordiendo fugaz las alegrías.
Y no tengo ya
-nunca tuve-

valor para maullarte un secreto en la mejilla
pero sí para morderte
y saltar -después-

la barandilla.




... Desde mi balcón.

7 de agosto de 2010

Peces en el bolsillo

Sí. Qué típico: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Y qué jodidamente cruel, por cierto.

Perdóname, es que estoy nerviosa. No, no es excusa, al menos suficiente. Pero mi vida se ha puesto patas abajo cuando yo estaba patas arriba. Todo muy rápido, muy intenso, muy real. Ganas de llorar, de gritar, de escapar. Tengo la masa gris lista para exprimir zumo de ilusiones tontas.

Por encima de todas las cabezas me observas silencioso, prudente, comprensivo. Pero alerta. Me desconciertas cuando levantas la oreja, empiezo a dar coces. Peces en el bolsillo, ya sabes. Después te arranco las palabras, violando tu silencio una y otra vez, asumiendo exclusivamente los gemidos que yo quiero oír. Y nada más.

No atiendo a nada más.

Testaruda caprichosa, cómo te gusta meter la pata en el corazón de los demás.

Perdóname. Metí la pata en tu corazón, y por poco te chafo el cerebro.

Sí, sí, otra vez llego tarde.